Sin duda alguna la foto política de la semana fue la de la cúpula de la UCR local en el despacho del ministro del Interior, Rogelio Frigerio, que los medios de la provincia reprodujeron con avidez y que cayó como un balde de agua fría entre radicales, peronistas y simpatizantes del PRO.
Sobre la reunión,
la UCR dijo a través de un comunicado que "siempre es fructífero reunirnos
y hablar, se evitan los teléfonos descompuestos y alguna mala información"
y como si el anquilosado aparato partidario aún pesara algo y no viniera de una
sucesión de desastres electorales en la provincia señaló que "queremos que
al gobierno le vaya bien en el 2017 porque queremos que Cambiemos sea gobierno
en 2019, sabemos que hay que hacer en Río Negro y lo que es más importante,
estamos dispuestos a hacerlo".
En su explicación
oficial, que corrió por cuenta de su presidente, Darío Berardi, el radicalismo
se define a si mismo como un partido "que gobernó durante 28 años, se
cayó, se desperdigó, y viejo y ruin volvió a ser clavo".
A quien
evidentemente no le parece que el radicalismo sea un clavo es a Juan Martín, el autodenominado "coordinador" del
Ministerio del Interior para la provincia, que cada vez que escucha que hay una
foto se sube las medias, aunque sea foto carnet.
El hiperkinético
rosquero, que hasta el momento viene exhibiendo más fotos que logros, vio en el
radicalismo "oficial" la última esperanza de resucitar su candidatura
a diputado nacional.
Al ver que su
postulación no despertaba ninguna adhesión en el embrionario PRO de Río Negro,
sino más bien todo lo contrario, este simpático personaje levantó el teléfono y
trató de sumar a viejos amigos suyos. Así fue que probó con
"caranchearle" algo del peronismo a su íntimo amigo Martín Soria y
otro poco a Miguel Pichetto, pero al PJ no le resulta atractiva la idea de
sumarse a quien hasta hace unos meses era un compañero más y ahora es lisa y
llanamente un traidor. Mucho menos con las encuestas en la mano, que ponen de
manifiesto que el 99 por ciento de los rionegrinos no conoce al
"coordinador".
Entonces apeló
a un llamado de emergencia. Del otro lado de la línea estaba uno de los
personajes más cuestionados de la política rionegrina, a quien incluso Juan
Martín había ordenado echar de los festejos del triunfo de Mauricio Macri. Se trata ni más
ni menos que de Daniel "El Fino" Sartor, plagado de denuncias,
procesado varias veces, repudiado en público, pero siempre presente.
"El Fino"
olió sangre y se relamió, juntó a su tropa y salió presto a sacarse la famosa
foto en la Casa Rosada. En el
medio, selló un acuerdo que redunda en beneficios para el radicalismo y coloca
a sus aliados del PRO en una trampa.
Según fuentes
cercanas a las conversaciones, Sartor "se lo fumó en pipa" al
desesperado operador macrista y, a cambio del supuesto apoyo de la UCR a su
candidatura logró que se destrabaran las designaciones en cargos nacionales que
venía reclamando desde diciembre pasado. De paso, como en una jugada de billar,
se aseguró de que Cambiemos vaya a las elecciones de 2017 con un candidato
débil, pero del PRO, cuya derrota será la excusa para que el radicalismo -ahora
con caja y tiempo- reclame el primer lugar de las listas de 2019.
Tan beneficioso fue
este acuerdo para el radicalismo que en los distintos mentideros de la
rosca ya se pudo ver a varios de sus referentes jactándose de su triunfo y
afinando las listas de funcionarios provenientes del centenario partido de
Alem, Yrigoyen y De La Rúa que muy pronto se sentarán en los organismos
nacionales, desplazando a los funcionarios impuestos por el diputado nacional
Sergio Wisky (a quien durante la reunión en la Rosada le sacaron el cuero duro
y parejo) y por el propio Juan Martín, quien no tuvo empacho en entregarlos en
pos de su muy golpeada candidatura.
Pero si hay una expresión perversa de este furor es la del presidente radical Darío Berardi quien para deleitarse de su triunfo brindó declaraciones haciendo públicos los objetivos que le impondrá a su nuevo "chico de los mandados".
"Si el
radicalismo se siente convocado y se empieza a transitar como pares, habrá
avances; hemos acordado reunirnos nuevamente en un mes en el Ministerio del
Interior y mientras tanto desde esa cartera se habilitó a Juan Martín para
sentarse con nosotros a trabajar cada uno de los temas donde se esperan
respuestas", dijo Berardi, endulzando el oído del "coordinador"
que ahora se siente el armador central de Cambiemos pero también poniendo
condiciones y dejando en claro quien manda y quien obedece en esta nueva
relación política.
Son los costos de
pactar con el diablo.
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